Capítulo 9
- Les diré qué…- Propuso Miku ingresando de nuevo a la casa, ambos gemelos se le acercaron rápidamente pero ella puso la cámara en alto estirando su brazo.
- Por favor Miku-nee, damos esa cámara…- Pidió Len haciendo su mejor carita de niño bueno, Rin lo imitó.
- ¿Y para que la quieren?- Preguntó, esforzándose por no rendirse ante esos rostros llenos de irresistible dulzura.
- Sólo queremos ver la foto…- Respondió la rubia inocentemente, pero la de coletas sólo estiró más su brazo.
- ¡Jamás se las daré y…! ¿A dónde se fue Len?- El joven reapareció acompañado por el muchacho de cabellos azules.
- Kaito-nii… ¿Podrías ayudarnos?
- Claro, Miku-chan entrégame la cámara.- Ordenó poniéndole la palma de su mano para que se la entregara.
- Mm… ¡No!
- Lo intente.- Suspiró dándole la espalda, ambos gemelos se golpearon la frente.- Oh… que lástima que alguien tan hermosa cargue una cámara tan pesada…
- ¿Her-hermo…?
- ¡Ajá!- Kaito prácticamente le arrancó la cámara en ese momento de confusión y tartamudeos. Miku se quedó parada con las mejillas teñidas de rosa, que se fueron oscureciendo hasta llegar a un rojo furioso.
- ¡Kaito!- La joven saltó encima de él y ambos empezaron una feroz lucha en el suelo, llena de gritos de terror, por parte del supuesto valiente príncipe azul, y feroces rugidos, de la chica conocida como una dulce princesa de cabellos verdosos.
- ¿Deberíamos intervenir?- Consultó el rubio mientras observaba la nube de polvo que cubría a los otros luchadores.
- Nah… seguro terminaran rompiendo la cámara al final.- Contestó simplemente, sin preocuparle que otra cosa romperían… ni aunque fuera uno de sus huesos.
- Chicos… ¿Quién puede…?- Meiko entró a la habitación y se endureció al ver la pelea.- ¡Ustedes dos sepárense!
- Creo que no te escuchan en este momento…
- A todo esto… ¿Qué es lo que necesitas Meiko-nee?- Interrogó Len curioso, la castaña sonrió.
- Es que necesito que alguien vaya a comprar unas cosas en la tienda que olvidé por la fiesta… Luka no puede porque está estudiando, Gakupo tampoco porque la está ayudando con historia… o sirviéndole como bolsa de boxeo… yo no puedo porque tengo que empezar a preparar el almuerzo, y por lo que veo, Kaito y Miku tampoco están disponibles.
- Yo iré.- Se ofreció el joven sonriente, ella lo miró con sorpresa.- Así de paso recorro un poco más el lugar.- Agregó, ella asintió levemente.
- ¡De acuerdo! Por cierto, dime Rin-chan… ¿Tú sabes cocinar?- La chica negó con la cabeza al tiempo que Meiko sonreía aún más.- ¿Y te gustaría aprender?
Esa mirada mostraba deseos y esperanza. A pesar de que ella realmente no estaba interesada, no encontró las palabras para negarse.
- ¡Hai!- Exclamó con todo el entusiasmo posible, provocando una risita del joven Kagamine. Ella lo fulminó con la mirada, pensando que se burlaba de su penosa manera de actuar pero él sin embargo negó con su cabeza manteniendo su brillante sonrisa.
- No puedo esperar... ¡Suerte!- Le dijo dándole unas palmaditas en la cabeza, luego le hizo un gesto de despedida a la castaña, quien le lanzó una libreta con la lista de víveres a comprar, y se retiró.
Las clases de cocina dieron por inicio. Meiko encendió la ornalla eléctrica mientras tomaba una olla y un paquete de fideos con salsa al verdeo y pollo instantáneos. Rin suspiró aliviada al darse cuenta de que no sería cocinar a la antigua, como solían hacer sus antepasados y los chefs profesionales… Cortando trozos de carne y verduras con herramientas afiladas, pero se equivocaba. La castaña sin duda aprovecharía de la tecnología pero sin embargo, una vez que puso todo a prepararse reveló de la heladera unas cebollas de verdeo, y de una alacena tomó una tabla y un cuchillo.
- ¡Cebollín!- Dándole una patada al joven de pelo azul para impulsarse por los aires, Miku dio un salto hacia las cebollas pero Meiko la esquivó con habilidad. Apoyó las cosas sobre la mesada de la cocina y miró a la rubia al tiempo que apuntaba a aquellos elementos.
- Rin-chan, córtala mientras me encargo de ella.- Empezó entonces una batalla feroz contra la chica de cabellos verdosos, que intentaba a toda costa tomar aquellas verduras. La pequeña se había quedado absorta ante la escena y miraba la lucha que ocurría frente a ella.- ¡Vamos! ¡No voy a retenerla y cocinar a la vez!
Ella asintió y se puso a la obra, tomó el cuchillo con su mano temblando, pero Meiko otra vez pegó un grito antes de que pudiera dar el primer corte. Le recordó que debía lavar las verduras antes de cocinar, y la pequeña no pudo evitar sentirse más incompetente ante algo tan elemental. Tomó el rociador antibacterial que se encontraba junto a la canilla y roció la verdura que quedó limpia ante las gotitas devoradoras de gérmenes y suciedad.
Comenzó de nuevo y dio el tembloroso primer corte, luego el segundo y así sucesivamente hasta que ganó confianza con el cuchillo. Cuando ya iba la mitad, después de todo no se animaba a ir rápido por temor a perder un dedo, Meiko ya había dejado inconciente a la chica junto al de cabellos azules y se había posicionado a su lado. Le empezó a señalar los defectos de sus cortes, y a explicarle como mejorarlos con velocidad, y sin perder los dedos. También, le explicó que preparaba la comida instantánea con esos acompañamientos ya que la hacían más saludable, pero sin perder la rapidez.
Cuando la comida estuvo lista, Len ya había regresado y preparado la mesa. Todos comenzaron a comer y a disfrutar de aquella delicia. Miku prácticamente comía sopa, ya que tomaba todo lo que podía de la salsa de verdeo sin preocuparse en los fideos.
- Es una especie de obsesión… Como podrán ver, no se trata de ninguna princesa como la que aparenta.- Explicó Kaito que ahora también estaba despierto, y sujetando un hielo contra su nuca. La chica le gruñó con comida aún en la boca, ante el comentario. Él le sonrió, y ella bajó su mirada sonrojada.
- ¿Ustedes dos son novios?- La niña los miró con curiosidad, ambos se pusieron completamente colorados. Meiko comenzó a reírse, mientras Luka pedía más para beber como si no pasara nada en absoluto.
- ¡Claro! Desde el primer día que están juntos esos dos tórtolos, aunque parece que son lo únicos que no lo saben…- Dijo la castaña sin parar de reír, Gakupo le sirvió su bebida a Luka siguiendo el juego de la indiferencia. Ambos parecían tratar de evitar cierto tema pero no lograron salvarse.- ¡Igual que esos dos! ¡Hip!- Señaló entonces a la pareja, que apartó su mirada como si no la hubieran escuchado.
- Creo que Meiko-san ha bebido demasiado…- Comenzó a decir la chica de cabellos rosados.
- Concuerdo, lo mejor será que la lleves a su cuarto.- Asintió el samurai señalando a la castaña que había empezado a hamacarse en su asiento sin dejar de reír.
- ¿Por qué tengo que hacerlo yo?
- Bueno, puedo hacerlo si quieres…- Recibió un puñetazo de la chica con mejillas ardientes y mirada furiosa.
- ¡Cállate pervertido! ¡No dije que no fuera a hacerlo!- Y con eso levantó a Meiko y se la llevó a la habitación, demostrando su fuerza a pesar de su frágil figura. Mientras tanto, Kaito le alcanzó su hielo al malherido.
- Lo necesitas más que yo…- Suspiró al tiempo que el otro asentía con depresión por la derrota.
- Quizás no debí preguntar…- Murmuró Rin sintiéndose culpable por los acontecimientos, pero Miku y Kaito comenzaron a reír.
- No te preocupes, no hiciste nada malo…- Dijo la joven con expresión de pura alegría.- Pasa todo el tiempo…
- Sí, además después de todo es verdad lo que dijo Meiko-san acerca de Miku-chan y yo…- Ella lo miró con cara de asombro, empezó a sonrojarse pero lo ocultó tras una risa nerviosa.- Me refiero a que ella gusta de mí…
- ¡¿Qué dices?! ¡Tú fuiste el que me llamó hermosa!
- Era una distracción…
- ¡Distracción mis coletas! ¡Yo te gusto!
- ¡No yo!- Su discusión absurda dio por inicio, y Gakupo se retiró a rastras a su habitación aún sin superar su ataque de depresión. La rubia miró a su alrededor notando que Len estaba parado a su lado con unos platos en sus manos.
- ¿Vas a seguir comiendo?- Le preguntó, al parecer ya se lo había preguntado varias veces porque su voz sonaba algo cansada. Ella negó con la cabeza y él retiró el plato, para dejar la mesa libre y poner los trastos en el lavador automático.
Luka no tardó en regresar a llevarse a Gakupo para estudiar, el día seguía y este había sido sólo el almuerzo. Len se retiró de la casa poco después, diciendo que iría a buscar en los archivos de la biblioteca todo lo que tenía por estudiar, ya que como era del nuevo reparto estaba una semana atrasado… aunque tampoco fuera mucho. Le ofreció a la rubia que trabajaran juntos en el estudio del lugar, ya que ella también tenía que completar su carpeta.
Cuando regresaron, Meiko ya se había tomado unas píldoras que la recuperaron de su estado de borrachera y le felicitó a Len por su buen trabajo en la selección de víveres, ya que todos eran de los más frescos, parecían poseer un excelente sabor y aroma. Mas tarde comprobaron la calidad del sabor, y fue así como Len se convirtió en el comprador de aquella “familia”, mientras que Rin se transformó en la aprendiza de la castaña.
Esa noche se deleitaron con un gran banquete, ya que al día siguiente ambos jóvenes tendrían su primer día de clases oficiales. Len tuvo la oportunidad de ayudar en la cocina mientras que Rin puso como excusa que tenía que terminar de preparar su carpeta. Terminaron de cenar, se ducharon y todos se acostaron a dormir, sin tener la menor idea de lo que les aguardaba al día siguiente.
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